CUANDO SOBRAN LAS PALABRAS

De la Cruz privado en llanto, jugadores desconcertados no entienden nada, Corzo intentando sostener el momento y a sus compañeros, Fernández pidiendo disculpas como loco…Un triste final,como el agua que se escapa entre los dedos, como cuando se te quema el pan en la puerta del horno, estas cosas tiene el fútbol.

La reacción de Fernández es el perfecto ejemplo de aquello contra lo que seguramente los DT luchan cuando sus jugadores están en situaciones bajo presión: «sacar los pies de la tierra y volar». Desconcentración que le llaman. Si bien la frase es metafórica, en el caso de Fernández incluso se convirtió en literal, corrió y saltó, pero en el momento, lugar y con la técnica equivocados. La jugada no ameritaba ninguna maniobra de riesgo pues era casi inofensivo el ataque del rival; sin embargo, toca apoyarlo pues ante todo hay un equipo, grupo y familia que comprenden que a cualquiera le pudo pasar y le tocó a él. No es una justificación, es una realidad, de la misma forma que “apoyarlo” no significa hacer como que no pasó nada, por el contrario, es mostrarle objetivamente lo que pasó, orientarlo, acompañarlo y sostenerlo para que él comprenda aquello que lo impulsó a tener tal reacción: ansiedad, temor, angustia, nervios, presión; y sobre ello trabajar en la mejora. Fuera de esa desafortunada jugada lo de Fernández había sido regular en el trámite del partido. Fue la jugada quiebre del partido y seguramente trabajará mucho para remediar y remediarse a sí mismo en adelante.

Lo de Paulo De la Cruz es un punto aparte, la verdad el chico no pasó ni por la reserva, tampoco fue suplente de nadie, simplemente un día despertó y le tocó ser titular del primer equipo de Universitario de Deportes, y por si fuera poco, no conoce aún equipo nacional contrincante, el muchacho sólo jugó partidos contra equipos internacionales desde su presentación. Aquí es como cuando “te pones el zapato antes que la media” pero en su caso “qué bien le quedó”. Poseedor de un exquisito amague y mucha actitud en su juego, con seguridad y compromiso. Es como un pequeño Guerrero, admirable lo que ha demostrado en este corto tiempo, definitivamente su dolor y llanto de esta amarga eliminación lo hará más fuerte para todo lo que viene en su crecimiento profesional y personal.

Finalmente, y no por eso menos importante, lo de Corzo fue espectacular, coincidimos todos en su “modo Rusia”, y todos los halagos y aplausos para el jugador de la Selección de Perú. Por un lado llena de felicidad verlo jugar así y por otro lado fue triste ver que con el partidazo que se jugó no alcanzó y el resultado no permitió coronar tanto sacrificio y entrega derrochados por el lateral derecho. Su mérito no queda en la cancha, ni en sus goles ni en su asistencia ni en esa garra, también declaró y lo hizo como los grandes, apoyando al compañero y poniendo el pecho defendiendo a los más jóvenes, mostrando sus emociones como son sin caretas, asumiendo y asimilando su dolor. No es para menos, primero son humanos antes que futbolistas.

Acá no sólo es la U, es el fútbol de Perú, no somos indiferentes a lo sucedido en El Monumental, el simple hecho de involucrarnos es evidencia de que nos importa o afecta de cierta forma. Las críticas y el sabor amargo seguro permanecerá un tiempo más, pero esto es fútbol, como diría Troglio: “el fútbol tiene estas cosas imponderables” o como digo yo “el fútbol es como la vida” con sorpresas, alegría, lágrimas, pero también con lecciones, oportunidades y revanchas.

Seamos más “Corzos” en el fútbol y en la vida, dejándolo todo en la cancha, celebrando y sufriendo también, pero sobretodo afrontando lo sucedido con optimismo y construyendo hacia adelante con valentía. Vales un Perú.